viernes, 21 de noviembre de 2014

Y DE REPENTE

Fotografía: Ángel Hernández segura
Y DE REPENTE

Y de repente… mueres.
Hundes tus esencias en la piedra,
tu brillo se matiza y serpenteas
en un imperio oscuro, en un espacio inerte.
Hieren mi descanso,
clavados en mi costado, los pliegues de las sábanas;
prenden fuego en mis ojos las primeras luces,
mi brazo izquierdo desparrama tu ausencia
y una mirada fija –que conoce la respuesta-  pregunta por ti.
De nuevo un café frio quemando mis labios,
las tardes de tedio, las noches de insomnio,
los porqués de por qué un teléfono dejó de sonar.
Se me antoja imposible rebasar una frontera
de estacas verticales vallada de recuerdos,
pues hieren los espinos de los instantes rojos.
La olvidarás, me digo sin convencimiento,
como mucho sufrirás las punzadas
de las evocaciones involuntarias e inevitables,
pero nunca imaginarás confundir su nombre tantas veces
y ver entre otras sombras –equivocado siempre-
una sombra furtiva que antaño fuera suya.

 Ángel Hernández Segura

sábado, 15 de noviembre de 2014

YA NO HAY AZUL

Fotografía: Ángel Hernández Segura
YA NO HAY AZUL

Ya no te quiero, no.
Porque te eché yo -o porque te fuiste tú-
ya no le queda azul a la paleta del pintor.
La cierta soledad es quien impera;
andan mis pasos sin destino y no tiene sentido la razón.
Me acompaña el crepitar de la hojarasca seca;
ya caducó aquel contrato que sostuve,
no hay azul, doy por cumplida mi vida pasajera,
por perdida la niñez –pueblo entre cerros-
ya no hay ayer, queda el ahora falto de fuerzas
donde se mezclan y confunden los aromas.
Que “cualquier tiempo pasado fue mejor”
-evoco con tristeza los recuerdos- pudiera bien ser cierto
cuando percibe el alma sangrar al corazón
y se oye el repicar de las campanas –alguien ha muerto-
en monótono son de letanía, alguien que un día
tuvo las manos llenas, colmadas sensaciones,
olor a menta y yerbabuena y a todos los verdes que rodean
las tomateras de un generoso huerto,
tiestos de fresas, flor de la higuera.
Ya no hay azul, ya no te quiero, ya no estás tú.

Ángel Hernández Segura

jueves, 23 de octubre de 2014

MI BUEN AMOR

Fotografía: Ángel Hernández Segura
MI BUEN AMOR

Te vi partir, tal como tú me pediste. Preparé mi camino de vuelta y con el motor del coche también arrancaron mis ánimos, revueltos; le di la espalda al mar y a los pocos minutos se inundaron mis ojos de lágrimas y mi corazón de rabia. Lleno de ti y vacio de repente; ni siquiera la música era capaz de tranquilizarme.
Se diría que hasta la lluvia se solidarizó conmigo irrumpiendo violentamente. No me sorprendió su presencia ¿Recuerdas que te dije que la presentía?. Durante el trayecto me acompañó tempestuosa. Se esperaba sol y buen tiempo para el fin de semana pero el agua y los sentimientos son difíciles de contener.
Pensaba en nosotros. Mi consuelo era casi tan grande como mi pena: pronto volverás a verla, me decía a mí mismo.
Quedó tanto por hacer, tanto que decirte, tanto que escucharte. Echo en falta compartir la cotidianidad. La cotidianidad como obligado contraste, como catapulta hacía los instantes álgidos, como espacio de relajada presencia, como certeza presente y continua que conduce hacía los eventos trascendentes.
En el viaje de regreso me detuve en el carril lateral de un polígono industrial, el punto donde se lavan los pecados y se borran los rastros. Rompí los tickets de restaurante, limpié los restos que hablasen de ti, bebí el agua que evaporase tu aroma de mis labios y mi lengua. Froté con un pañuelo húmedo los surcos visibles de mi llanto, forcé la sonrisa y reemprendí la marcha.
La sinuosidad de la carretera rememoraba tus curvas, tus pechos naranjas, tus caderas, el monte de tu sexo, tus piernas. Tu piel sigue viva en mi tacto.
Recuerdo aquel sudor incómodo que me invadía inoportuno, tus cuidados, tus desvelos, despertarme con una caricia tuya en mi pelo. Recuerdo una explosión de luz y amor, de amanecer y tú estar.
Me queda ahora respirar el aire que ofrece  la promesa de volver, recuperar las fuerzas en el descanso que propician los sueños, despertar y mirar a lo lejos, escribir poemas que hablen de ti, romper mis huesos contra molinos de viento, atravesar los desiertos diciendo una y otra vez que te quiero, que, más que nunca, te sigo queriendo.

Ángel Hernández Segura

sábado, 11 de octubre de 2014

QUISIERA, QUIERO


QUISIERA, QUIERO
Quisiera vencer tu empecinamiento,
infundir aliento a la sal de tu estatua,
cerrar la herida de Minos, apagar las fraguas,
lograr que no habite Medusa en tu pelo.
Quiero acercarme a ti, pero temo
palabras cual lengua de fuego y veneno.
Quiero acariciarte entera, pero freno,
tu piel dura escama que corta mis dedos.
Quisiera compartir la vida, los sueños,
pero tú sigues siendo calle en laberinto,
sepulcro sin flores, vacío y abismo,
los pasos perdidos de los cementerios.
Amé luces de mujer que aun destellan,
tiemblan unas manos que asieron con fuerza,
se cubre mi barba de un blanco que hiela,
mis ojos Hefesto, la noche Atenea.

Ángel Hernández Segura

domingo, 5 de octubre de 2014

FINGIENDO LA VIDA

Fotografía: Ángel Hernández Segura
FINGIENDO LA VIDA
Las horas empujan a la calle, al metro;
esconde la prisa todos los defectos.
No hay risa, no hay gestos, andamos errantes,
se cruzan los rostros estancos, ajenos.
 
Deambulan las almas por los purgatorios,
se avivan los fuegos de nuestros infiernos;
se visten los suelos de hojas caídas,
se turnan en ciclos otoños e inviernos.

Dirime los tiempos un ángel injusto;
decide los cuándos, con quién el encuentro.
Un cruce confuso juega su papel,
graba las memorias, borra los recuerdos.
 
Resiste un empeño colgando de un hilo;
duerme la esperanza en la fe de un beso,
de un todo posible, de un hecho increíble;
fingiendo la vida pernoctan los sueños.

 Ángel Hernández Segura

martes, 23 de septiembre de 2014

MUJER TÚ

Fotografía: Ángel Hernández Segura

                   MUJER, 

 Veinte océanos les separan sin saberlo.

Prendido sigue algún fuego en el margen

del camino angosto que ellos andan.

Sin embargo es- pese a todo- pilar de su firmeza

la mirada convergente en el norte de sus ojos.

 
Mujer, tú...enredas en el viento tus sentidos,

escondes tras las velas sentimientos

y rugen con las olas ansias desmedidas,

corazones que a deshoras se enamoran

a golpes de timón y madrugadas de brisa.

 
Aparejas tu barco, marinera a destiempo,

curtidas las manos en el quehacer diario

de la casa y de los hijos y apuntas el rumbo

dirá Dios adónde, porque ni tú lo sabes,

careciendo en tu viaje de mapa y sextante.

 
Convertirás el movimiento en escritura suave,

conocerás en tu fatiga compañeros de ruta,

descubrirás que existen maravillas diferentes,

que no es igual el sonido de la lluvia cuando cae

de esas nubes que no son blancas ni grises.

 
Sobre las aguas conversarás con la luna

distinta a cuando asomaba a tu ventana,

sin que nadie ose interrumpir tal instante.

Verás que algunos somos necesaria oscuridad,

obligado contraste de unas pocas estrellas brillantes.

 Ángel Hernández Segura

miércoles, 3 de septiembre de 2014

BAILANDO CON EL VIENTO

Fotografía: Ángel Hernández Segura

BAILANDO CON EL VIENTO

Desde la terraza que siempre nos mostró el mar de las tardes,

-azules y grises difusos se citan en el horizonte-

veo pendientes de teja, chimeneas sin latidos de fuego

y se tiende un campo de barcas tranquilas que aproan el norte.

 
Se sostienen por delgados hilos asidos al agua en su fe,

mástiles desnudos erguidos al viento que tanto conoces,

custodian en larga vigilia la calma de sus esperanzas

y aguardan con ansia que lleguen festivas mañanas de soles.

 
Está oscureciendo, corre su cortina el techo del mundo,

las calles se tuercen, resuenan los pasos, huyen los rincones

al ver que no prenden farolas, banderas de aire y sigilo

preceden aquellas historias que forjan mujeres y hombres.

 
El pueblo se encoge, resulta pequeño a cuanto trasciende,

se cierne orgullosa y penetra lo negro una altiva torre,

se clavan dos picos de luna en lo incierto hiriendo de muerte,

todo se detiene, las horas desangran, las campanas rompen.

 
Ya nada se mueve, ha huido el verano en forzado destierro,

reina el desconsuelo, al canto de agua ya nadie responde,

en medio del caos las naves anhelan una voz de mando,

un dedo hacedor, un nuevo principio de luz y colores.

 
Ángel Hernández Segura

domingo, 31 de agosto de 2014

VELOS



    VELOS

Puedo hacer que fluya por torrentes interiores

rojo turbulento, tu sangre a borbotones;

puedo acalorar tus pómulos

y hasta entornar tus ojos;

puedo emborronar carmines atrevidos

y deshacer perfiles de negros en tu rostro,

pero miento si dijera que pretendo

que aflore vergüenza en tal trayecto;

quisiera, eso sí, colores tímidos

y el misterio en transparencias de tus velos.

 
Ángel Hernández Segura

jueves, 28 de agosto de 2014

DE SOLES Y SIESTAS

Fotografía: Ángel Hernández Segura
DE SOLES Y SIESTAS
Maldita la hora en que yo te quería
y tú no sabías del amor apenas.
Corría por tus venas sangre de chiquilla,
el día era luz, la noche verbena.

No calaron hondo, malditos los besos
de aquellos veranos, las horas de siesta,
todo cuanto hubo sin ser suficiente,
los incumplimientos de nuestras promesas.

Lucían tus caderas tejano ceñido
-no llores ahora, no vale la pena-
en el bolsillo de atrás enfundaba mis dedos,
sonreía la calle a nuestra inocencia.

Mi mano, tus manos, mis labios, tu risa,
-verdad o mentira, maldita torpeza-
mis pasos, tu paso, los soles tan cortos,
queda un alma sola, un alma se aleja.

El agua dragó un cauce muy hondo,
-maldita la lluvia que cayó con fuerza-
arrastró los posos, dispersó los lodos,
cambió los paisajes de nuestra certeza.


Ángel Hernández Segura

martes, 26 de agosto de 2014

VIA MUERTA


Fotografía: Ángel Hernández Segura
VIA MUERTA
Llegó nuestro tren a esta vía muerta,
llegó nuestro trayecto hasta este límite,
no puedo amenazar con olvidarte,
los dos sabemos que olvidar es imposible,
es pretender sin sol  la aurora boreal,
tú me quisiste y yo te quise;
ya no hay amor, se terminó, pero
decir que no te amé sería mentirme.

 Ángel Hernández Segura

jueves, 7 de agosto de 2014

UN PUERTO LEJANO

Fotografía: Ángel Hernández Segura
UN PUERTO LEJANO
Un timonel osado pilota en la tormenta,
por norte un puerto de recuerdos florido;
el aliento de Eolo desplaza el navío
y hace rodar destinos sobre la cubierta.

Ha llegado a tu orilla tras un largo viaje.
Al confín de sus brazos, unos ágiles dedos
desenredan la caída de tus largos cabellos,
desencriptan dibujos de tus blancos de encaje.

Un suave murmullo ha hecho nido en tu cuello,
olas sin espuma apaisan tu vientre,
murmullo de rocas entre tus vaivenes,
una sed de sal no encuentra consuelo.

A su fin llegó la tan larga espera.
Se estremece el aire de nuestros abrazos,
parece mentira que ya no seas sueño,
mis manos circundan tus curvas de seda.

Esperando estaba una casa con huerto,
porche de madera, una mecedora,
en la mesa el fruto de horas de cocina,
el vino en dos copas, brindamos, bebemos.

Yo hablo de mares, de países mágicos,
tú me cuentas cosas ya casi olvidadas,
miramos la valla que cerca el jardín,
contamos estrellas de un cielo cercano.

Tus ojos parece que busquen mis besos,
mis labios conceden todos tus deseos,
se acuesta la noche en el raso del césped
y reina al fin la paz de un amor eterno.


Ángel Hernández Segura

domingo, 20 de julio de 2014

ESTA NOCHE


Fotografía: Ángel Hernández Segura
ESTA NOCHE

Esta noche, no vayas a preguntarme por qué,
me siento apagado, en letargo,
igual que cuando llega cada año
la estación que acarrea el frío
No me preguntes por qué, no sabría hablar,
duermen mis palabras cuando escribo
y corren cuesta abajo como el río
que no encuentra el momento de parar,
corren como corre el niño,
con vocablos incapaz de pronunciar.
Miento si digo que es hambre o es tristeza,
parece aquel temblor que provoca el miedo, 
parece ser la nieve cuando arrecia,
es la lengua que al paladar se pega.
Quedan mis manos, por momentos,
clavadas al borde de la mesa
y viaja mi mirada apenas
sin combustible que pueda transportarla;
es el aire del norte, sin querer me hiela
y no sé ni siquiera si me quedan
letras suficientes para poder cerrar este poema.
Es el viento del norte... y ahora quema.

Ángel Hernández Segura

miércoles, 16 de julio de 2014

RECITA MI PADRE

RECITA MI PADRE
(Veinte poemas de amor. Pablo Neruda)
Citas a Neruda, miras la mujer,
tú también la ves callada y ausente,
lejana y fugaz, es luz que pretende
centrar universos, promete la nieve,
volver a ser libre… y amar otra vez.

(El rayo que no cesa. Miguel Hernández)
Son calles de tierra, vuelves a la escuela,
los rayos no cesan, citas a Miguel,
recuerdas las cabras, la leche, la miel,
un amigo muerto, un réquiem de hiel
y el campo deviene una cárcel de hierba.

 (Romancero gitano. Federico García Lorca)
Poemas de Lorca, paseas por Granada,
y ves la muchacha de dagas herida,
ladrando cien perros -se escapa la vida-
camisas azules, tricornios que brillan,
la noche es oscura, la luna es gitana.

(Canción del pirata. José de Espronceda)
Recita mi padre versos de Espronceda,
en el agua rielan azules y platas,
altivo navega un barco pirata,
su mano se aferra a un mástil de cama,
es tarde de hinojos, la muerte se acerca.

(Es de vidrio la mujer. Miguel de Cervantes)
Qué fácil se rompe, medita Cervantes,
vidrios de palabra, aprieta la sed,
yo te ofrezco agua y algo de comer;
el hambre se fue…  y qué difícil es
tornar en mujer mil fragmentos frágiles.


Ángel Hernández Segura

ENVEJECER ES TAMBIÉN

Fotografía: Ángel Hernández Segura
ENVEJECER ES TAMBIÉN
Ver crecer el fruto de tu duro esfuerzo,
encender un fuego de leña de encina,
mirar a la cara, pasear sin prisas,
sentir en el rostro caricias y besos,

Tener una pluma, y escribir los versos
que las musas susurran y el alma te dicta,
estar a cubierto y asido a manos amigas,
sentarse a la sombra, disponer de tiempo.

Sentirse orgulloso de estar en lo cierto,
ver en la sonrisa de la mujer que mimas
que valió la pena, que es toda tu vida;
ver promesas de agua surcando los cielos.

Ser en la cocina aprendiz y maestro,
que sean festivas todas las citas,
ver como se acerca la hora infinita
y, siendo de todos, ser tu propio dueño.


Ángel Hernández Segura

sábado, 12 de julio de 2014

TUS OJOS


TUS OJOS


Me revelan las ansias de dulzuras,
me descubren las ternuras,
me muestran todas las lunas,
piden que diga tu nombre,
que abra mis labios y entonces,
todo el aire se aprisione.
Dicen tus ojos, mirándome,
que te acune entre mis brazos
que llegue mi tacto rozando
piel de tu espalda y tus pechos.
Esos ojos  ¡ay de mí!
tus ojos, que me dicen tanto,
lo que yo quiero es que, abiertos,
lo que quiero es que, cerrados,
da lo mismo como estén,
lo que yo quiero es besarlos.
¡Ay, de los ojitos lindos!
ojos míos enamorados,
haz que me miren de nuevo
y luego... vuelve a cerrarlos.

Ángel Hernández Segura

TE AMARÉ COMO A NINGUNA


TE AMARÉ COMO A NINGUNA


Hola suspirante mujer,
deje usted su menester
y atienda por caridad
a ese pobre que ná más
quiere un poco de buen vino,
un cachito de tocino,
y, si bien pudiere usted,
una miajita de pan.
El frío arrecia en la puerta
ábrale, no tarde ya.
Transcurrieron tiempo y hambre,
minutos, horas y más,
pero no murió de frío
ni por la falta de pan,
dicen quienes le encontraron
acurrucado en la puerta,
que murió de soledad;
tenía en la mano una pluma
y la cabeza entornada,
pareciese que mirara
allá en el cielo la luna.
Dicen, que no teniendo papel,
quiso escribir en sus dunas
poemas a una mujer,
para que en la luna blanca,
siendo negra su escritura,
todo el mundo lo leyese:
"te amaré como a ninguna".

Ángel Hernández Segura

jueves, 10 de julio de 2014

ENVEJECER (II)


Fotografía: Ángel Hernández Segura

ENVEJECER (II)
Envejecer es tropezar con todo, arrastrar los pies,
agarrar débilmente un bastón y acariciar su puño,
tener en la garganta un nudo y en la boca hiel
de momentos amargos, el pudor al desnudo,
el temor a no recordar lo que hiciste ayer
y el dolor por doler sin querer a los tuyos.

Subir con dificultad al asiento del coche
No saber contar con la nueva moneda,
desconocer el valor de las cosas sin duros,
leer en la prensa todas las esquelas,
ser un torpe sabio al que nadie aprecia,
no poder leer el engaño que lleva la letra pequeña.

Envejecer es no enfilar el ojo de la aguja,
es dejar de lado todo protocolo,
estar todo el día cerca de la estufa,
ver siempre en la tele lo que quieren otros,
olvidar encargos sin tener excusas,
y asumir el riesgo de perderlo todo.

Derramar el vino cuando tiembla el pulso;
envejecer es oír a gritos, caer en la ducha,
no tener certeza de que cinco es lustro,
no estar convencido de si poca o mucha;
cuando es necesario, no tener discurso
y sobrar palabras cuando nadie escucha.

Ángel Hernández Segura

miércoles, 9 de julio de 2014

ENVEJECER

Fotografía : Ángel Hernández Segura
ENVEJECER (I)
Es ver cada día los mismos rostros,
es que haya un lugar al que volver,
es viajar sin descanso al pasado,
es olvidar lo que dolió tanto aquella vez,
es revivir lo que parecía olvidado,
es ver mitigarse el deseo de poseer.

Envejecer es peinar más recuerdos que pelo,
es querer irresistiblemente perdonar,
es dormir menos horas y soñar más tiempo,
es tener por verdad la propia vivida,
es prevenir lo malo, aconsejar lo bueno,
es sufrir soledad y ser cada vez menos.

Es atravesar océanos en barcos de papel,
transformar una casa de barro en piedra,
un terreno agreste en huerta florida,
soportar la helada, la nieve, la niebla,
regalar tu abrigo cuando mata el frio,
es caer de la mano un puñado de tierra,

Es, sentir el orgullo, por unos momentos,
de todo lo hecho, abrir los caminos,
ver crecer los hijos, cuidar a los nietos
tener por amigo a un perro y a un gato,
mirar fijamente un retrato y, sin consuelo,
llorar como lloran los viejos, con callado llanto.

Ángel Hernández Segura