domingo, 22 de febrero de 2015

A MI HERMANO


A MI HERMANO

Por no mirar al presente -me deprime-
recupero por momentos la memoria;
recuerdo cuando éramos uña y carne, compañeros
y hermanos de sangre verdaderos.
Huyendo del dolor, me envuelvo
de noches que aún siendo tristes,
de días en que estando tú lejos,
éramos puño y guante, viento y cielo,
y nuestros hijos crecieron, más que primos,
hermanos, como nosotros, verdaderos.

Tú, en tu destierro, añorabas en el patio
las flores blancas de almendro;
yo, en el mío, intentaba trazar rumbos
que evitasen el naufragio.

Recuerdo cuando éramos uña y carne, compañeros
y hermanos de sangre verdaderos.

Esperando, tardaban los minutos de tus horas
y corrían los míos desesperados;
nuestros padres, la fábrica, el trabajo…
todo había de tener su propia vida
y, ajeno a nosotros, un día se terminaba
y otro, con más prisas que ayer, venía.
Se encogía mi vientre ante las dudas
y me herían las garras de los miedos;
no siempre fui tan fuerte como parecía
y mi templanza era, a pesar de mi pesar, puro hielo.

Recuerdo cuando éramos uña y carne, compañeros
y hermanos de sangre verdaderos.

Me relajaba la ruta, los versos que componía
cuando regresaba a casa y, heridas de ocres las tardes,
desgarraban las ramas los soles que perseguía.

Recuerdo cuando éramos uña y carne, compañeros
y hermanos de sangre verdaderos.

En el mismo lugar siempre, en aguas del mediterráneo
se refrescaban tus ánimos mientras la brisa mecía
una semana tras otra tus penas y desencantos.
Yo te decía… hasta que vuelvas.

Presagios de ansiada calma llegaron hasta mi puerta;
tu vuelta, llegó ese día, para alivió de mi pena.
Afirmaste en mi flaqueza que cuidarías de los míos,
prometiste ser tú el mástil que sostuviera mis velas,
ojos en mi ceguera y el custodio de mi casa.
Fue en vano, vanas palabras, irrumpieron sucias guerras
y apenas queda el recuerdo de cuando éramos
uña y carne, compañeros
y hermanos de sangre verdaderos.

Ángel Hernández Segura
2015

HASTA QUE VUELVAS

Fotografía: Ángel Hernández segura
HASTA QUE VUELVAS

Yo cuidaré tu casa hasta que vuelvas,
podaré los rosales del jardín,
cortaremos el paso a la maleza,
tus hijos serán los míos mientras no estés,
tu empresa será mi única empresa.
Empeñé mi voluntad el día que te llevaron,
prometí al cielo encontrar fuerzas
hasta que llegues tú y otra vez
sea todo rojo, morado y verde,
del color del huerto que cuidabas
para honrar a nuestro padre
y volvamos al frescor -agua del pozo-
a regar esos surcos nuevamente.
Sin querer o queriendo olvidaremos
que estuvimos los unos sin los otros;
te vendremos a ver, a recordarte
que aunque aislado no estás sólo,
que somos muchos, que estamos todos
en tu espera, en tu soledad contigo,
y a este lado de la puerta esperaremos,
esperaremos, hermano, hasta que vuelvas.

 Ángel Hernández Segura
 1999