viernes, 28 de febrero de 2014

NADA SUCEDE, DUERME



Fotografía: Ángel Hernández Segura
NADA SUCEDE, DUERME
Nada ha cambiado. No sucede nada.
Nada te cuestiones
Hay veces en las que encontrar la palabra adecuada
es la exacta diferencia entre el silencio incomprensible
y la comunicación abierta.
Es todo tan sencillo y tan complejo al mismo tiempo
que cualquier lectura es posible.
Paréntesis de vida (o de su ausencia)
rigen como déspotas monarcas de un país
que algunos llamarían indiferencia,
otros olvido y unos pocos pensarían
que es el espacio necesario del convento interior,
la hora en que las fuerzas opuestas
dirimen su destino (si es que este existiera).
Pero tú, mi amor, no te preocupes,
pues eres ya una efigie invulnerable
por muchas civilizaciones que sobrevengan.
Eterna en mí, eterna en todas las partes
y en todos los todos (que nunca podrán renunciar a nosotros).
Si de nuevo decides no entenderme, si otra vez
llegas a la conclusión de que tu tiempo y el mío
tienen medidas diferentes, no te preocupes;
piensa que quizás sólo se trate de un nuevo imposible temporal.
Llegarán entonces el sueño y los sueños
y vendrán estos a reclamar su propiedad, una herencia
que tal vez nunca debió haberles sido arrebatada.
No sucede nada. Nada ha cambiado.
Nada te cuestiones, mi amor.  Duerme.

Ángel Hernández Segura