domingo, 31 de agosto de 2014

VELOS



    VELOS

Puedo hacer que fluya por torrentes interiores

rojo turbulento, tu sangre a borbotones;

puedo acalorar tus pómulos

y hasta entornar tus ojos;

puedo emborronar carmines atrevidos

y deshacer perfiles de negros en tu rostro,

pero miento si dijera que pretendo

que aflore vergüenza en tal trayecto;

quisiera, eso sí, colores tímidos

y el misterio en transparencias de tus velos.

 
Ángel Hernández Segura

jueves, 28 de agosto de 2014

DE SOLES Y SIESTAS

Fotografía: Ángel Hernández Segura
DE SOLES Y SIESTAS
Maldita la hora en que yo te quería
y tú no sabías del amor apenas.
Corría por tus venas sangre de chiquilla,
el día era luz, la noche verbena.

No calaron hondo, malditos los besos
de aquellos veranos, las horas de siesta,
todo cuanto hubo sin ser suficiente,
los incumplimientos de nuestras promesas.

Lucían tus caderas tejano ceñido
-no llores ahora, no vale la pena-
en el bolsillo de atrás enfundaba mis dedos,
sonreía la calle a nuestra inocencia.

Mi mano, tus manos, mis labios, tu risa,
-verdad o mentira, maldita torpeza-
mis pasos, tu paso, los soles tan cortos,
queda un alma sola, un alma se aleja.

El agua dragó un cauce muy hondo,
-maldita la lluvia que cayó con fuerza-
arrastró los posos, dispersó los lodos,
cambió los paisajes de nuestra certeza.


Ángel Hernández Segura

martes, 26 de agosto de 2014

VIA MUERTA


Fotografía: Ángel Hernández Segura
VIA MUERTA
Llegó nuestro tren a esta vía muerta,
llegó nuestro trayecto hasta este límite,
no puedo amenazar con olvidarte,
los dos sabemos que olvidar es imposible,
es pretender sin sol  la aurora boreal,
tú me quisiste y yo te quise;
ya no hay amor, se terminó, pero
decir que no te amé sería mentirme.

 Ángel Hernández Segura

jueves, 7 de agosto de 2014

UN PUERTO LEJANO

Fotografía: Ángel Hernández Segura
UN PUERTO LEJANO
Un timonel osado pilota en la tormenta,
por norte un puerto de recuerdos florido;
el aliento de Eolo desplaza el navío
y hace rodar destinos sobre la cubierta.

Ha llegado a tu orilla tras un largo viaje.
Al confín de sus brazos, unos ágiles dedos
desenredan la caída de tus largos cabellos,
desencriptan dibujos de tus blancos de encaje.

Un suave murmullo ha hecho nido en tu cuello,
olas sin espuma apaisan tu vientre,
murmullo de rocas entre tus vaivenes,
una sed de sal no encuentra consuelo.

A su fin llegó la tan larga espera.
Se estremece el aire de nuestros abrazos,
parece mentira que ya no seas sueño,
mis manos circundan tus curvas de seda.

Esperando estaba una casa con huerto,
porche de madera, una mecedora,
en la mesa el fruto de horas de cocina,
el vino en dos copas, brindamos, bebemos.

Yo hablo de mares, de países mágicos,
tú me cuentas cosas ya casi olvidadas,
miramos la valla que cerca el jardín,
contamos estrellas de un cielo cercano.

Tus ojos parece que busquen mis besos,
mis labios conceden todos tus deseos,
se acuesta la noche en el raso del césped
y reina al fin la paz de un amor eterno.


Ángel Hernández Segura