jueves, 23 de octubre de 2014

MI BUEN AMOR

Fotografía: Ángel Hernández Segura
MI BUEN AMOR

Te vi partir, tal como tú me pediste. Preparé mi camino de vuelta y con el motor del coche también arrancaron mis ánimos, revueltos; le di la espalda al mar y a los pocos minutos se inundaron mis ojos de lágrimas y mi corazón de rabia. Lleno de ti y vacio de repente; ni siquiera la música era capaz de tranquilizarme.
Se diría que hasta la lluvia se solidarizó conmigo irrumpiendo violentamente. No me sorprendió su presencia ¿Recuerdas que te dije que la presentía?. Durante el trayecto me acompañó tempestuosa. Se esperaba sol y buen tiempo para el fin de semana pero el agua y los sentimientos son difíciles de contener.
Pensaba en nosotros. Mi consuelo era casi tan grande como mi pena: pronto volverás a verla, me decía a mí mismo.
Quedó tanto por hacer, tanto que decirte, tanto que escucharte. Echo en falta compartir la cotidianidad. La cotidianidad como obligado contraste, como catapulta hacía los instantes álgidos, como espacio de relajada presencia, como certeza presente y continua que conduce hacía los eventos trascendentes.
En el viaje de regreso me detuve en el carril lateral de un polígono industrial, el punto donde se lavan los pecados y se borran los rastros. Rompí los tickets de restaurante, limpié los restos que hablasen de ti, bebí el agua que evaporase tu aroma de mis labios y mi lengua. Froté con un pañuelo húmedo los surcos visibles de mi llanto, forcé la sonrisa y reemprendí la marcha.
La sinuosidad de la carretera rememoraba tus curvas, tus pechos naranjas, tus caderas, el monte de tu sexo, tus piernas. Tu piel sigue viva en mi tacto.
Recuerdo aquel sudor incómodo que me invadía inoportuno, tus cuidados, tus desvelos, despertarme con una caricia tuya en mi pelo. Recuerdo una explosión de luz y amor, de amanecer y tú estar.
Me queda ahora respirar el aire que ofrece  la promesa de volver, recuperar las fuerzas en el descanso que propician los sueños, despertar y mirar a lo lejos, escribir poemas que hablen de ti, romper mis huesos contra molinos de viento, atravesar los desiertos diciendo una y otra vez que te quiero, que, más que nunca, te sigo queriendo.

Ángel Hernández Segura

sábado, 11 de octubre de 2014

QUISIERA, QUIERO


QUISIERA, QUIERO
Quisiera vencer tu empecinamiento,
infundir aliento a la sal de tu estatua,
cerrar la herida de Minos, apagar las fraguas,
lograr que no habite Medusa en tu pelo.
Quiero acercarme a ti, pero temo
palabras cual lengua de fuego y veneno.
Quiero acariciarte entera, pero freno,
tu piel dura escama que corta mis dedos.
Quisiera compartir la vida, los sueños,
pero tú sigues siendo calle en laberinto,
sepulcro sin flores, vacío y abismo,
los pasos perdidos de los cementerios.
Amé luces de mujer que aun destellan,
tiemblan unas manos que asieron con fuerza,
se cubre mi barba de un blanco que hiela,
mis ojos Hefesto, la noche Atenea.

Ángel Hernández Segura

domingo, 5 de octubre de 2014

FINGIENDO LA VIDA

Fotografía: Ángel Hernández Segura
FINGIENDO LA VIDA
Las horas empujan a la calle, al metro;
esconde la prisa todos los defectos.
No hay risa, no hay gestos, andamos errantes,
se cruzan los rostros estancos, ajenos.
 
Deambulan las almas por los purgatorios,
se avivan los fuegos de nuestros infiernos;
se visten los suelos de hojas caídas,
se turnan en ciclos otoños e inviernos.

Dirime los tiempos un ángel injusto;
decide los cuándos, con quién el encuentro.
Un cruce confuso juega su papel,
graba las memorias, borra los recuerdos.
 
Resiste un empeño colgando de un hilo;
duerme la esperanza en la fe de un beso,
de un todo posible, de un hecho increíble;
fingiendo la vida pernoctan los sueños.

 Ángel Hernández Segura