viernes, 22 de febrero de 2013

DESAHUCIADO

Desde este blog quiero constatar toda mi admiración y apoyo a la dura tarea que  la PLATAFORMA DE AFECTADOS POR LA HIPOTECA (PAH) viene desarrollando en favor de tantas personas que sufren injustamente las consecuencias de la ambición especulativa. Una lucha sin duda desigual, pero no hemos de olvidar que este es el país de Quijotes y Sanchos y que, si se persevera, los molinos también pueden vencerse.
¡SÍ SE PUEDE!
Fotografía: Ángel Hernández Segura
DESAHUCIADO
Cuando la pobreza duele y queda sólo el consuelo
de llevarse a la boca el veneno de un cigarrillo,
quién puede negarle ese filtro que sostienen sus dedos
mientras los labios se arrugan y los dientes se aprietan
rompiendo  con humo la monotonía , el tedio
del paso de las horas, los días sin que nada suceda.
Prende otro  cigarro, desencajado el  gesto.
Lleva  puestos los viejos zapatos y la ropa de trabajo
que hace mucho tiempo desgastó, como si presto
estuviese  a volver. Pero no, va para tres años.
¿Quién ha de reprocharle sus largos silencios,
sus modales toscos,  su caminar cansado?
No fumes, es malo, sólo es un mal sueño.
Pero siguen matando, cómplices del humo, la hipoteca, el paro.
Si llega mañana, si nadie lo impide, habrá lanzamiento.
Mañana el desahucio...  ¡Malditos los bancos!
Se siente cobarde.  El, que irguió hasta el cielo
acero y cristal desde los solares, ahora no es nadie.
Baila su tabaco, malabarista e inquieto.
No fumes, es malo…  ¡Malditos mercados!
¿Y qué hago mañana? ¿Qué techo, qué fuego?
¿Qué aire respiro?  Otro cigarrillo ahoga su llanto.
Muere más deprisa, lo sabe, pero no hay lamento,
tiene decidido que todo se acabe. Se siente vencido.
Si llega mañana, si nadie lo impide, habrá lanzamiento.
Exhalará el humo, caerá una colilla, perderá la vida desde el piso cuarto.
En los pocos segundos de su caída maldecirá al gobierno,
maldecirá  su suerte y, por última vez, maldecirá  los bancos.
Ángel Hernández Segura

domingo, 17 de febrero de 2013

ALMENDROS EN ENERO

Fotografía: Ángel Hernández Segura
ALMENDROS EN ENERO
De los almendros preñados de morado y blanco
supe que llegabas, a pesar del frio.
Enero sin atuendos, como un niño inquieto,
ofrece inocente su primer vestido.
Los días del invierno reclaman las horas
que el hombre y las prisas roban cada estío.
Los cielos pergeñan ocres y naranjas,
rememorando instantes que ya nunca olvido:
Los largos paseos de nuestra inocencia,
los dedos cautivos de nuestra ternura, los besos furtivos,
 las cartas henchidas de prosa y de verso,
la alfombra tendida de roca y arena, el camino
que se repetía un día tras otro. Promesas.
Se alarga la tarde, aflora tu presencia. Te escribo.
Cuando leas esta carta te habré dejado de querer.
Necesito poner una fecha, un cartel, cualquier signo
que señale este hecho, el suceso frontera que marque
la aduana infranqueable, el instante preciso
entre antes y ahora; un neón gigante
que destelle “ya no la quiero” con colores vivos.
Así,  cuando brote de nuevo la flor del almendro,
ignoraré su luz, haré caso omiso a su brillo,
miraré a otra parte, huiré de su embrujo
y repetiré por dentro “Nunca la he querido”.
“Nunca la he querido”.
“Nunca la he querido”.

Ángel Hernández Segura