viernes, 1 de mayo de 2015

TEMO LA TARDE


TEMO LA TARDE

Temo que llegue la tarde y sus preguntas,
la penumbra y la ausencia de respuestas,
la escalera que conduce a mi despacho,
las letras desparramadas por mi mesa.

Se hizo oscuro entre tantas dudas;
temo enfrentarme de nuevo a esa idea
de abrir espacios al vacío que cede
al concluyente cierre de una puerta.

Un inminente eco entre silencios
-quedará la chimenea con frio de piedra-
sustituirá la voz que timbró espacios
y negará conocer cualquier presencia.

Pródiga en huellas de manos la cocina,
acallado el diario tintineo de las cazuelas,
huirá pronto el aroma de los guisos
por caminos de luz de ventanas abiertas.

Dejaré nuestras fotos sobre la cama,
las podrás contemplar cuando tú quieras,
minutos, horas -el tiempo que un día fuimos-
sin vida, a un clic de cierre de carpeta.

El miedo, el desconsuelo, el desconcierto
-como pájaro que emigra en primavera-
han decidido valientes fundir hielos,
y, proa a la tormenta, cortar nieblas.

Ángel Hernández segura