Fotografía: Ángel Hernández Segura
ESCRÍBEME UNA CARTA
Escríbeme una carta, como si al despertar descubrieras que ya no estoy.
Que sea tu última verdad o, si lo prefieres, tu última mentira,
pero escríbeme una carta como si en un intento último y desesperado
tratases de retroceder en el tiempo y volver a los días felices y apacibles.
De la manera que tú sabes, hazme comprender una realidad imposible
y revive los instantes caducados. Trata de enjugar mis lágrimas estériles.
Como Atlas, superado, levanta mi mundo con tus manos frágiles,
ponlo del revés y volveré a caer en tus brazos como si de un sueño regresase.
Impregna el papel con unas gotitas de la esencia que refresque mi memoria,
de ese olor que me transporte, que me indique el camino de vuelta y enciende
un faro frente a este mar sin vida, temible, furibundo, oscuro y desapacible.
Ruega, suplica por nosotros a los dioses en quienes dejaste de creer.
Ten fe o persuádeles de que la tienes y de que has vuelto a sus mandamientos.
Yo te hago esta petición carente de fuerzas, ingrávido en mi caída, casi inerte ya,
buscando un asidero en la fugacidad de mis recuerdos, una lumbre que caliente
esta noche gallega y helada de verano. Sin demora, escríbeme una carta convincente,
enuncia una verdad que prometa el cielo y el amor que nunca dejó de ser eterno.
Di que todo era certeza perenne e inalterable. Miénteme de nuevo.
Ángel Hernández Segura
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