SIN TÍTULO
Puedo
repetir mis palabras cuanto quieras,
puedo
inventar formas, mil maneras,
pero
no puedo cambiar lo que te digo;
has
sido y serás el puntal que necesito,
los
años nada en eso cambiarán;
yo
te veré siempre conmigo
y
te querré en el silencio y en el grito,
de
qué manera... nada importa,
lo
que importa, mi amor, es que te quiera.
Nada
ha terminado,
dejemos
que el agua forme el cauce
y
que fluya el río por donde quiera,
que
elija su senda el peregrino,
que
el caminante escoja su vereda,
que
lleguen al azar las primaveras,
que
los inviernos sigan trayendo el frío,
que
sigan dorados los otoños
y
pervivan los veranos de atardeceres rojizos,
colmados
los mares de veleros,
y,
cerca o lejos, el recuerdo vivo.
Seremos
cómplices, la ternura de dos niños
que
siempre se juraron amor eterno,
hombre
y mujer que se han querido.
Ángel
Hernández Segura