Fotografía: Á. Hernández Segura |
¿No ves dónde están mi manos?
He abierto tu camisa,
has desnudado mi pecho,
se han clavado en mí dos flechas
encendidas de deseo;
dos miradas que no cesan
de pronunciar mil te quiero.
Tienen trabajo los labios,
déjalos que hablen ellos,
duermen luceros azules
mientras nosotros ardemos;
deja que mientras las lenguas
se rodean de sentimiento,
se digan los ojos cosas
que nosotros ya sabemos;
deja, mujer, que son niños,
y apriétame contra tus senos.
¿No ves que te estoy queriendo?
¿No ves cómo nos queremos?
Ángel Hernández Segura
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