Fotografía: Á. Hernández Segura
ES UN HOMBRE
Pensarás, en tu descanso, en esas demasiadas horas de quietud y de desesperante espera, que has conocido tiempos mejores. Puedo entender que así lo entiendas, ahora que eres un hombre, clara la idea, confusa la palabra, al que no obedecen ya las piernas y al que cualquiera de sus miembros regatea el más mínimo esfuerzo.
Adivino esas tus ideas cuando cada tarde vengo a verte y la misma mirada tuya me recibe, al abrigo del mismo sillón, al instante despierta y alegre, luego adormecida y triste. Me conmueve tu esfuerzo por decirme, me duele, si no encuentras las palabras, sabe Dios que te ayudo yo a buscarlas y que en ese juego componemos innumerables acertijos; que a veces, solo a veces, conseguimos dar por cumplidos tus deseos. Yo te contesto entonces muchas veces la misma repuesta a tu pregunta. Yo sé que eso a ti te gusta... ¡Cuesta tanto ya casar las sílabas!
Pero sabes, padre, nunca antes te he querido tanto como ahora. Ahora que aparentas ser pequeño me resultas padre tú el más grande. Cuando tu mano reúne mis dedos, cuando posas tu cabeza en mi costado, ahora que caminas escorado, ahora eres tú, padre, el más recto.
Ángel Hernández Segura A mi padre. |
Me has emocionado...¡¡¡Impresionante!!! Ese final del poema es muy bueno.
ResponderEliminarQué emotividad.
ResponderEliminarMejor no digo nada y sigo leyendo...