viernes, 16 de mayo de 2014

SU BLANCA ESTELA






































SU BLANCA ESTELA

Apagó la luz, abandonó la estancia
y cerró la puerta tras de sí
-quise gritar-, se fue -quise morir-,
renegué de mis dioses de bronce,
prendió al instante el fuego de su ausencia,
se inició el contador de mi tristeza
y ambulo perdido desde entonces.
Que nadie la busque, que nadie intente
cobrar vida de cenizas dispersas,
se consumió el brillo errante de su estrella.
El universo, como siempre sucede,
engulló la materia, se tornó recuerdo leve
y desapareció para siempre su blanca estela.


Ángel Hernández Segura

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