Fotografía: Ángel Hernández Segura |
DE SILENCIOS
Te diré que, por vergüenza,
el santo que me prestó su
nombre,
huyó de todas las iglesias.
Ahora, no creyendo en su diós,
yo me vengo y le pago
con la misma moneda.
No rezo, no doy limosna ni le
hago
a los sayos ninguna reverencia.
No leo, ni escribo-eso era
antes-
poemas a deshoras. No canto.
Perdí el interés por el
abecedario,
pasó desapercibida
la última primavera por mi lado;
me asfixió el verano,
me desnuda el otoño
y, ya sabes, este invierno
se nos ha adelantado,
se ha llevado la vida de mi
padre
y aún no he llorado.
Ángel Hernández Segura
15 de Abril de 2007
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